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Enseñar con verdad, constancia y honor

  • Gaceta UAQ
  • 4 ago
  • 3 Min. de lectura
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En una comunidad académica de más de 300 profesores, el Dr. Francisco Javier Cisnel Cabrera fue reconocido con el Premio Xahni 2025 por su destacada labor docente en la Escuela de Bachilleres de la Universidad Autónoma de Querétaro. Con 24 años en las aulas, el Dr. Cisnel ha consolidado una trayectoria donde el compromiso con la formación de los jóvenes va de la mano con la firme convicción de que la educación no solo transmite conocimientos, sino que también forja valores.


“Cuando me avisaron del reconocimiento, no entendía bien de qué se trataba. Sentí mucha emoción. Es una meta que uno tiene: ser reconocido por lo que hace, pero también implica una gran responsabilidad. Hay que sostenerlo, y eso pesa”, comparte.


Curiosamente, el Dr. Cisnel no descubrió su vocación por la docencia de forma consciente. Fue el entonces director de la Facultad de Derecho, Arturo García Peña, quien lo invitó, junto con otros cinco alumnos destacados, a impartir un curso propedéutico a estudiantes de nuevo ingreso, en el año 1988.


“Él nos veía como un colchón entre los maestros y los jóvenes recién llegados de la prepa. A mí me tocó la materia Iniciación a la Abogacía. Fue él quien nos vio ese perfil”, recuerda.


A partir de ahí, inició un camino que no ha dejado de recorrer. Hoy, con una sólida formación como licenciado, maestro y doctor en Derecho, con estudios tanto en la UAQ como en la Universidad Marista de la Ciudad de México, continúa enseñando materias como Derecho, Economía y Formación Cívica y Ética en el nivel medio superior.


Hay frases que marcan una carrera. Para el Dr. Francisco Javier Cisnel, una de ellas proviene de otro de sus grandes maestros, el profesor Jorge García Ramírez, quien solía decir: “¿Quieres aprender? Enseña”. Con esta premisa ha construido un estilo de enseñanza centrado en el respeto, el pensamiento crítico y la mejora constante.


“Los estudiantes son nuestra razón de ser. Son quienes nos hacen superarnos día a día, para ser más y mejores maestros. Como dicen los niños de primaria: para ser más y mejor maestro”, comenta con una sonrisa.


El aula para él no es un espacio donde se dicta conocimiento, sino donde se descubre junto con los alumnos. Lo que más disfruta, dice, es “mostrarles todo lo que pueden saber, llevarlos de la mano hacia la autodisciplina, que se vuelvan autodidactas. Que no se queden con lo que dice el maestro, que busquen más. Que la ignorancia del profesor no sea el límite del conocimiento del alumno”.


Más allá de los contenidos académicos, el Dr. Cisnel tiene claro que su misión es sembrar valores que acompañen a los jóvenes más allá de las aulas. Entre sus enseñanzas diarias destacan el respeto, la honestidad, la disciplina y la constancia. “La verdad se dice siempre, como dice nuestro lema: hablar con la verdad y en el honor. No es correcto mentir, porque te acostumbras. Y estudiar, estudiar es una disciplina: sea la hora que sea, estés cansado o no, tienes que cumplir. Eso te forma”, explica con firmeza.


También hace énfasis en la importancia de separar el rol docente del vínculo afectivo malentendido: “Uno de los mayores retos hoy es mantener una relación sana entre maestro y alumno, basada en el respeto y con una adecuada distancia”.


En un contexto educativo marcado por la digitalización, el Dr. Cisnel no rechaza la tecnología, pero insiste en que debe ocupar su lugar como herramienta y no como sustituto. “La tecnología es buena, pero no suplanta al maestro. Tampoco sustituye la capacidad de búsqueda ni de investigación de los alumnos. No impide su crecimiento, al contrario, si se usa bien, puede potenciarlo”, señala.


A los estudiantes, les lanza una invitación: regresar a los libros. “Hay quienes ya no saben buscar en un fichero. Todo lo piden a internet, y eso no es suficiente. No podemos hablar de una escuela totalmente tecnologizada si queremos realmente una nueva escuela mexicana. La deserción, la violencia, no se resuelven con tecnología, sino con humanidad”.


A las nuevas generaciones de estudiantes y docentes, el Dr. Cisnel les deja un mensaje: “Súperense”. En una sola palabra condensa su filosofía de vida, una que no ha dejado de practicar desde que ingresó por primera vez a un aula hace más de tres décadas. “Estoy convencido de que enseñar no es solo transmitir contenidos. Es acompañar, formar, guiar, inspirar. Es dejar algo que no se ve en el momento, pero que con el tiempo se convierte en cimiento”.


 
 
 

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